Sin paz y sin descanso

Una madre coloca flores sobre la imagen de su hijo desaparecido. Foto por Ronald Dueñas.

Por Melanie A. Iglesias Pérez / Revista Latitudes

Los colombianos llevan medio siglo en las trincheras. Desde el 1964, el gobierno y los grupos guerrilleros como la Fuerza Armada Revolucionaria de Colombia (FARC), el “ejército del pueblo”, y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) han estado involucrados en un conflicto armado.

Históricamente, el conflicto nació del evento conocido como “La Violencia”, causado por el asesinato del líder político populista Jorge Eliécer Gaitán en el 1948. Desde entonces, decenas de miles han desaparecido o muerto a causa de esta disputa que parece no tener fin, y la tasa de mortandad aumenta diariamente.

Por las últimas cinco décadas, miles de familias han sido destrozadas por la desaparición de sus seres queridos, y buscan desesperadamente cualquier información disponible acerca de ellos.

“Estoy viviendo con una incertidumbre total”, le dijo Sandra, cuyo esposo Francisco desapareció hace tres años, a BBC News. “Espero que [mi esposo] esté vivo y en buena salud en algún sitio, pero ahora mismo no sé nada.”

Recientemente, las autoridades colombianas se han tomado la tarea de comenzar a identificar a los miles de cuerpos anónimos que han logrado recuperar. Algunos grupos, que permanecen anónimos, han renunciado el conflicto en Colombia y han revelado la ubicación de algunas de las fosas comunes. Una de éstas fosas comunes se encontró en febrero del 2010, en la ciudad de La Macarena, localizada a unas 124 millas de Bogotá. En éste se hallaron unos casi 2,000 cuerpos;  la acumulación de víctimas más grande que se ha descubierto hasta el momento. Según varios residentes del área, el ejército llevaba desde el 2005 enterrando cuerpos sin nombres detrás del cementerio local.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) está haciendo todo lo posible para proveer las identidades de los cuerpos. Recientemente, el instituto nacional de medicina forense en Bogotá adquirió unas herramientas y tecnologías nuevas para acelerar el proceso de análisis de ADN y de huellas, pero continúa siendo un proceso largo y arduo.

Varias victimas aún permanecen desaparecidos. Algunos, como el esposo de Patricia, fueron tomados para formar parte de manipulaciones políticas. Bajo la presidencia de Álvaro Uribe, varios hombres colombianos de áreas pobres urbanas y rurales fueron asesinados y sus cadáveres vestidos en uniformes de la FARC. El evento se conoce hoy como el escándalo de los “falsos positivos”. Alegadamente, miembros de las fuerzas armadas gubernamentales fueron ordenados a traer evidencia de que el gobierno estaba dominando sobre grupos guerrilleros como la FARC. El resultado fue la matanza de cientos sino miles de hombres inocentes para el propósito de manipular la opinión pública sobre el estado del conflicto.

“Hay 57,000 personas oficialmente registradas como desaparecidas en Colombia”, le explicó el oficial de la CICR, Guilhem Ravier, a la BBC News. “Pero estimamos que la cifra real es mucho más alta.”

En junio de este año, el presidente actual de Colombia, Juan Manuel Santos, firmó una “Ley de víctimas” en las Naciones Unidas. La ley recompensaría a las víctimas de Colombia por los terrenos y las vidas perdidas a causa del conflicto. Sin embargo, tomará hasta una década poder implementar la ley, ya que casi un 10% de la población de Colombia, aproximadamente 4 millones de personas, se clasifican como víctimas del conflicto.  Además, partiendo de esta cifra, los fondos necesarios para cumplir con el acuerdo de recompensación podría sumar a unos $20 billones; cantidad con la que el país no cuenta en estos momentos.

A pesar de los contratiempos, según The Wall Street Journal, con esta ley, Presidente Santos espera mostrarle al mundo que el gobierno de Colombia está dispuesto a pagar una “deuda moral” a las víctimas del conflicto. Aunque existe una necesidad para esa compensación monetaria y terrenal, lo más que anhelan los seres queridos de las víctimas es reunirse con los desaparecidos.

“Yo haría todo lo posible para recuperarlo”, dijo Sandra. “Espero que [mi esposo] esté vivo. Pero aunque esté muerto, lo quiero de vuelta.”

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Categories: América

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